lunes, 24 de noviembre de 2014

JAPON y sus DIFERENCIAS CULTURALES


Si un día me pierdo, que no me busquen en Japón. En mi opinión, es un país aséptico y en cierto modo aburrido. Os explico, a lo largo de mi visita tuve la oportunidad de ver muchos lugares y situaciones  distintas. Vista una pagoda, vistas todas. Jardines preciosos, con césped de terciopelo y piedras formando figuras geométricas y que trasmiten paz y tranquilidad.

A diferencia de España , sus ciudades están muy cuidadas y limpias. Dado su miedo a las enfermedades infecciosas  en todos los lugares públicos los trabajadores van con guantes blancos y a veces con mascarillas, también blancas, para evitar el contagio en épocas de catarros o gripes.  Por las calles, la gente también va con mascarillas, y sobre todos, en los transportes públicos.

En cuanto a la comida no toda es del agrado de  los occidentales excepto el sushi que ahora está de moda en occidente. También está buena cualquier verdura o gambas en tempura. No se si existen postres especiales porque nunca tomé nada dulce en Tokyo. Tampoco te ofrecen frutas como postre. Lo mejor es tomar un té, que de eso si que hay variedad.

A diferencia de los españoles, son gentes más introvertidas, serias y tranquilas. Y yo diría que hasta silenciosas. Yo  no me puedo imaginar a un japonés contando un chiste. En realidad, yo creo que son gentes bastante distintos a nosotros, por educación y costumbres.  Eso sí, son muy  educados y amables. Así que hay que ir a Japón, para conocer  otro mundo, otras gentes y otra cultura, y así ver las diferencias con nuestra forma de vivir y de ver la vida.






lunes, 8 de septiembre de 2014

Capitulo 2 Pendejo

En México´
En México una de las muchas cosas que me sorprendieron se encontraba la palabra “pendejo”. Un insulto más o menos similar a nuestro  “gilipoyas”, al “huevón”, de Chile”,  o al “pelotudo”, de Argentina.

Total, que me gustó la palabreja esa. Y aun más cuando me la explicaron por medio de un chiste o un cuento: “Estaba Cristo explicando su evangelio  cuando le advirtieron que  su amigo Lázaro había fallecido. Fue hasta donde éste vivía y al ver el cadáver, dijo: ‘lázaro, levántate y anda. Y Lázaro se levantó y andó…’. ” Anduvo, pelotudo!”,  le corrigió su interlocutor. ‘.’Bueno, sí, anduvo pelotudo, unos días; pero luego, luego, se compuso y ya anduvo bien”.
Confieso que tal vez el chiste no sea muy fácil de comprender. Pero también confieso que a mí me hizo tanta gracia que no puede resistirme a contarlo.
Y volviendo al “pendejo” yo no sabía lo que significaba en correcto castellano, o  simplemente era correcto o incorrecto
Y estando en esas cogitaciones vino a mi memoria un episodio vivido en mi primera juventud. Cuando mi familia vivía en La Guardia, un  hermosísimo pueblecito pesquero de la provincia de Pontevedra, donde mi padre era profesor de enseñanza  primaria. Tendría yo entonces ocho o diez años.  Entre mis amigos y compañeros de la escuela de mi padre, se encontraba uno, llamado Fernandiño  (Fernandito), que tenía una virtud única en aquel momento:  una hermana hermosísima, o más bien, buenísima.

Se llamaba Florida, realmente un nombre muy adecuado, de la que todos estábamos un poco enamorados. Vivía en una calle perpendicular a la mía y yo la veía cada vez que iba y venía de la escuela.

Pues bien yo no sé si aquel comercio se le ocurrió a Fernandiño o fue consecuencia de sus conversaciones con algún condiscípulo. Lo cierto es que un día apareció con unos pelitos  más o menos cortos envueltos en papel seda. Y Los vendía. Nos pidió por cada uno de ellos 0.50 céntimos de peseta, entonces una  pequeña fortuna para todos nosotros, que llevábamos 0.10 o 0.15 céntimos en el bolsillo  habitualmente.

Pero aquella oferta tuvo una rápida aceptación. Y cada día vendía no menos de diez pelitos.
¿Qué eran aquellos cortos cabellos? Pues ni más ni menos que pelos púbicos de su bellísima  hermana.
No recuerdo si su peculiar comercio era conocido, y consentido, por Florida o si los conseguía
sin el conocimiento de ella.      
Y así fue como  descubrí  el significado exacto de la palabra “pendejo”.  Que no es otro que un pelo del coño.                      

.                          José Antonio Rodríguez Couceiro.

viernes, 4 de julio de 2014

Relato número 10. En Buenos Aires (2)


Por  Jose Antonio Rodríguez Couceiroio

       Buenos Aires, con sus cines, teatros, salas de fiesta, bares, clubes nocturnos y  salas de tango, era por aquellos días una gran capital. Pero con la  actividad, llevada al  máximo, de  la guerrilla de los Montones, ideológicamente nutridos por el peronismo. Atentados, asesinatos, secuestros, conferían a la brillante capital argentina de un  singular  ambiente de ciudad en guerra.
        Para  empeorar las cosas, el presidente Juan Domingo Perón  comenzó un rápido proceso de decadencia física  que al poco tiempo tuvo su desenlace. Murió  Perón y una ingente cantidad de personas pasó por el Palacio del Congreso a rendir su último homenaje a quien fuera su líder durante 30 años. Perón era un semidiós  para todas las clases sociales, excepto la clase dominante. Junto con Perón, su mujer Eva, la popular Evita,  era  la  referencia  in discutible de la clase trabajadora (los descamisados).  
        Me puse a pensar en el fenómeno peronista  y llegué a entender su absoluta preeminencia social.  Y la ausencia de comunismo en un país que  tenía una numerosa clase obrera. Un país en pleno desarrollo, con una organización sindical (la Unión General de Trabajadores) la poderosísima UGT.                                                                       
          El peronismo tuvo su  nacimiento y desarrollo  coincidiendo con la  Segunda Guerra Mundial. Y Argentina,  el granero del mundo, se enriqueció  con sus  exportaciones de materias primas, sobre todo alimentos, que eran demandados por todas las potencias. Y yo pensaba que la “revolución” peronista  se explicaba porque podía dar a los pobres sin necesidad de quitarles  a los ricos. Eso explicaba  la revolución social en paz y libertad (salarios altos, hospitales, viviendas populares, educación y limpieza).  Por esa razón, suponía yo, no prosperó el marxismo  clasista entre las clases  populares y los pobres del país.
            Pero la revolución peronista en paz y libertad, encontró la oposición férrea de la alta burguesía y de las clases económicamente poderosa del país. Que le declararon la guerra  al general Perón y por extensión a sus militantes y simpatizantes.
            El odio resultaba tan feroz que en algunos muros de la ciudad se podían leer lemas como “Viva el cáncer”, en alusión a la enfermedad que haría morir a Evita. Pero aún hoy, a  sesenta y dos años la muerte de la “abanderada de los pobres”,  en casas modestas o en lugares de paso de la población, se ven “altares”, así  llamados, con fotos y estatuillas de yeso al modo de imágenes, de María Estela Duarte de Perón.
             En el momento que aterricé en Buenos Aires, el ambiente era  el clásico en los momentos delicados del país. Con rumores constantes de Golpe  Militar. Para agravar más las cosas, el fallecimiento del Presidente, el general Perón iba agudizar la crisis. La vicepresidenta, y viuda del general,  María Estela Perón, carecía de las dotes de mando del recién desparecido  Perón. Se desataron las  ambiciones por la sucesión del líder del peronismo, los Montoneros acentuaron  la actividad guerrillera, asesinando a jefes militares  y presidentes de grandes empresas. Para colmo los poderosísimos sindicatos se pelearon con la Presidente María Estela de Perón. Total que Buenos Aires semejaba una ciudad en guerra y  por extensión, Argentina.                                                                                                                                                        
            En aquel ambiente la Asociación de Corresponsales consiguió una conferencia de prensa con  la organización Montoneros. Una reunión clandestina en una casa igual. Asistió la plana mayor de la organización terrorista, encabezada por su líder Eduardo Firmenich.
             A lo largo  de la conferencia un corresponsal alemán preguntó les preguntó si habían caído  en la cuenta de que con su actividad guerrillera estaban dando argumentos a los militares para dar el golpe. Y Firmenich, en una demostración de error de cálculo increíble dijo que eran conscientes de ello pero que precisamente ese era su objetivo: “El golpe agudizará las contradicciones sociales y llevará a las masas a tomar las armas contra los milicos. El pueblo y nosotros, su vanguardia,  derrotaremos a nuestros eternos enemigos”, dijo. Los asistentes no podíamos contener nuestra sorpresa ante tal error de cálculo. Querían la guerra total contra unas fuerzas armadas modernas y ¡¡pensaban derrotarlas!!!”.
                                                                              (seguirá).         


Relato número 9. En Buenos Aires (1)

     Aquello, Buenos Aires, era otra cosa. Aquella era una Delegación tan completa y compleja como las de Estados Unidos y Europa. Sucedían las mismas cosas que en cualquier país  desarrollado. Tanto en la vida política, como en deportes, economía, cultura y cualquier otra manifestación vital. Allí había que estar atento todo el día a las noticias, para retransmitirlas a nuestra central, en Madrid.
       Tuve que organizar los turnos de trabajo de manera que siempre hubiese un redactor atento a lo pudiese ocurrir. El clima político en Argentina comenzaba a espesarse. Nuevamente estaban surgiendo el allí tan clásico “ruido de sables”, Rumores de levantamientos militares en diversas zonas del país surgían todos los días. La situación económica era calamitosa. El general Perón –el líder indiscutido del país- comenzó a tener serias diferencias con la juventud de su partido, dominado por la organización “Montoneros”, una de las grupos  guerrilleros  más numerosa y peligrosa de América Latina, capaz de realizar operaciones de una  envergadura y complejidad inimaginables: como el secuestro de un avión comercial de “Aerolíneas Argentinas”, aterrizar en una ciudad del interior y ocupar una instalación militar. 
       Y tuve que destinar mucho tiempo a la labor comercial porque la Agencia Efe estaba muy poco presente en los medios periodísticos de Argentina. De los diarios de Buenos Aires, únicamente el diario “Clarín” estaba suscrito a las noticias de Efe.
       Pero mi trabajo dio excelentes resultados. Y paulatinamente fueron suscribiéndose los diarios “La Nación”, “La Razón”, “El Cronista Comercial”, “La Prensa”, “La Opinión” y otros que ahora no recuerdo.
     En el aerpuerto de Pudahuel me esperaba un amigo que había hecho en Madrid, gracias a la mediación del Agregado de Prensa de la embajada de Chile en España, Raul Zamora, un industrial que me fue aesperrar al aeropuerto junto a  un periodista joven, de mi edad, Jaime valdés, que con el paso de los días se convertiría en  íntmo amigo mío. 
     lEl primer día que amanecí en el hotel “Crillón” de  Santiago, sufrí un sobresalto cuando me afeitaba: de pronto la radio suspendió su programación y dijo y una voz dijo y repitió repitió: “Sáquese la polla y hágase  millonario”. AL llegar a la oficina pude averiguar que quería  decir en realidad la frase.  Me dijeron los redactores  que la “polla” era una especie de lotería, con mezcla de juegos de fútbol y algún otro deporte. Una suerte de quiniela española. Al final,  en Chile como en otros países no era tan sencillo hacerse millonario.                                                                                    
         AL otro día al despertarme, de nuevo el mismo mensaje publicitario, ahora un poco diferente: “La polla: ahora con dos terminaciones”. Total que me cansé de tratar de sacar conclusiones lógicas a esa frase y esperé a llegar a mi oficina para averiguarlo.  
           Chile, como  Argentina, son países especialmente ingeniosos en el juego de las frases ocurrentes. Así sucede con el insulto argentino “Boludo” y “Pelotudo”, que en chile se dice “Huevón”, queriendo decir lo mismo. No creo que en este caso sea necesario dar la traducción de las  mencionadas palabrejas, que signfican aproximadamente,  tonto o gilipollas.                                              
          En Argentina  hay una palabra que se aplica a los epecialmente pesados o imprudentes   que es “atorrante”. EL término procede de principios de siglo, cuando Buenos Aires, comenzaba la construcción del metro. Una de las empresas implicadas en ese trabajo era una  firma catalana que proveía unos grandes tubos de cemento para la conducción de aguas. Las cañerías estuvieron mucho tiempo depositadas al aire libre en explanada del puerto.  los artefactos  tenían grabado el nombre de la fábrica proveedora: “A. Torras”, de Barcelona. Los tubos mientras esperaban a ser instalados en la explanada del puerto sirvieron de cobijo a  mendigos y a los sin techo de Buenos Aires que pasaron a ser llamados  “atorrantes” por parte de la sociedad.

                                                               (Seguirá).

lunes, 23 de junio de 2014

VIAJE A ESTAMBUL TURQUIA



la torre galata




Estambul, es según mi parecer, una de las ciudades más bellas del mundo. Solo  por ver el sol reflejado en las cúpulas de sus numerosas mezquitas, vale la pena ir allí. Es mejor llegar a Estambul al amanecer. Es impresionante.

COMO LLEGAR

Se puede llegar en avión o en barco (En un crucero). También se puede llegar por carretera  si estás  en cualquier parte  de Europa. Es una ciudad bulliciosa, con gentes por las calles a todas horas y con un tráfico caótico y peligroso Se conduce sin mucho respeto a las normas, zigzagueando y tocando las bocinas con frecuencia. Su oferta hotelera es muy buena, con hoteles de las mejores cadenas.

QUE VISITAR

puente galata
  Hay que visitar la Torre Galata y subir al restaurante, que tiene una terraza bordeando la torre, desde donde se ve todo Estambul  También se ve el puente Galata encima del Bósforo. Como curiosidad se puede visitar el hotel Pera Palace, donde se hospedaba Agatha Christie y donde escribió algunas de sus famosas novelas.
hotel pera  palace









santa sofia


No hay que perderse Santa Sofía mezquita que empezó siendo iglesia cristiana.También hay que visitar el Gran Bazar, enorme y con gran variedad de productos.




También hay que visitar la Mezquita Azul única en el mundio con seis minaretes. Normalmente las mezquitas tienen cuatro, uno en cada esquina del perímetro que rodea a la mezquita.


mezquita azul



QUE COMPRAR

Interesante la bisutería de plata, que se vende al peso. Hay que regatear, como en todos los países   de influencia árabe. También se pueden comprar alfombras hechas a mano y kilims.



QUE COMER

En cuanto a la comida, es principalmente cocina árabe como en todos los países islámicos, pero también cocina internacional, al fin y al cabo estamos en  Europa.
Se cocinan mucho las berenjenas, hechas de mil maneras diferentes. Ellos acompañan la comida con aíran (leche agria de oveja, con un sabor y olor peculiares para nuestros paladares y que es lo que usan como bebida.



ISABEL ALONSO

domingo, 20 de abril de 2014

VADUZ


La discapacidad sobrevenida afecta a miles de personas cada año. Su vida comienza de cero con un objetivo: volver, como mínimo, al punto donde la dejaron. Kike Martín fue diagnosticado a una vida de dependencia absoluta tras sufrir un accidente de motocicleta causada por un conductor ebrio. Su recuperación ha desafiado los límites de la ciencia,

Vaduz
“Vaduz” cuenta con la historia de personas que han tenido que empezar de cero. Personalidades como Irene Villa (Periodista y locutora de radio) y Enhamed Enhamed (7 veces medallista paralímpico en la modalidad de natación) acompañan a Kike en su personal viaje hacia la palabra que marcó su punto de inflexión: Vaduz.
ESTRENO DEL DOCUMENTAL VADUZ
Veintidos Films tiene el placer de comunicar el estreno del documental Vaduz.  Será el próximo 26 de abril  en la sala Artistic Metropol (ver mapa).
ENTRADAS
La entrada cuesta 5 euros. Imprescindible reservarlas en info@veintidosfilms.com (se pagan y retiran en la puerta de la sala el mismo día del estreno).
Primer pase 18:00 h (ENTRADAS AGOTADAS)
Segundo pase 19:00 h
http://veintidosfilms.com/vaduz/

viernes, 21 de marzo de 2014

Capítulo 7. La Unidad Popular y el golpe de Estado

Por Rodrìguez Couceiro.
Chile era uno de los escasos países de Hispanoamérica cuya vida democrática  no había sido interrumpida nunca por un golpe militar. Esta tradición y el ejemplar acatamiento de los militares al poder civil, hizo creer a muchos que esta vez sí, el gobierno marxista  de Salvador Allende se iba a desarrollar sin interferencia militar alguna.
El paisaje de Santiago, mitad campesino, mitad urbano, la cordialidad y la acogedora recepción          del pueblo me recordó las palabras que un escritor de un país comunista, no recuerdo si húngaro o rumano, dedicó a Chile. Él había huido de la segunda guerra mundial que asolaba a Europa y había buscado refugio en aquel lejano país del extremo sur de América. Y escribió:     “Chile  es como un jacinto, que mirándose  en el océano pacífico se enamoró de sí mismo, tan bello era”.
Esta circunstancia hizo que Chile se convirtiese en punto de atención mundial. Por esa razón se explicaba que acudiesen a Santiago decenas de corresponsales de los principales diarios y emisoras de radio y televisión de todo el mundo. Principalmente de los países comunistas. En todas las naciones del planeta se seguía con la máxima atención la actualidad chilena para comprobar si, como decía Allende,  Chile era el primer país en el que se demostraba la hipótesis por él sostenida contra viento y marea de que “esta vez sí” se conseguiría instalar el  socialismo en democracia. “AL socialismo con vino y empanadas”, decía Allende, en alusión a la  comida y la bebida tradicionales del país. 
Ese era el reto que la izquierda chilena (la Unidad Popular) sostenía que podría superar: llegar a  rebasar las normas y condicionantes legales vigentes e instaurar un gobierno de ideología marxista, respetando la legislación y la cultura de  la democracia burguesas.
EL único elemento negativo de la sociedad chilena era su alto consumo de alcohol, de vino, excelente en el país. Hasta tal grado era importante el efecto social del consumo de bebidas alcohólicas  que en una oportunidad que teníamos un cena para muchas personas, le dijimos a la muchacha (“a la mucama”, que decían allá)  si podría quedarse aquella noche en casa.  Su respuesta nos dejó atónitos: “Lo siento mucho señora. Pero no puede ser. Yo tengo como usted sabe un niño y una niña de pocos años. Y Jesús, mi marido, quedarían solo con ellos y una tentación la tiene cualquiera”.
El bendito de Jesús: un hombre en apariencia de lo más  normal. Modesto, respetuoso,  educado. En fin, parecía confirmarse mi creencia de que el alcoholismo era el causante del  “pecado” chileno por excelencia: el delito sexual intrafamiliar (el incesto).
Los tres años que pasé en Chile experimenté, como si fuera un universitario que estuviera contemplando en el portaobjetos de un microscopio social,  el desarrollo de la lucha  de clases.          
También ocurrían cosas sorprendentes. En una ocasión la dirección del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), una organización de ultraizquierda, de la serie de organizaciones  guerrilleras que por aquel tiempo florecían en casi todos los países latinoamericanos, declaró que, considerando que Allende quería respetar los límites que imponían las leyes y normas y  de la democracia, le  concederían una tregua en sus métodos revolucionarios. Es decir, la ultraizquierda suspendía sus tácticas guerrilleras (asaltos, ocupaciones de grandes fincas y centros fabriles, asesinatos, secuestros, y otros medios de lucha típicos de la guerra revolucionaria que ellos practicaban). En fin que la ultraizquierda suspendía sus acciones mientras la Unidad Popular de Allende, gobernase el país, para evitar que la derecha atribuyese a la actividad del MIR a una ayuda al proceso de cambios, que experimentaría Chile.

En ese aspecto los analistas  que atribuyen al MIR responsabilidad principal en la guerra fratricida que se desató tras el golpe militar, se equivocan. El MIR no solo no contribuyó al conflicto sino que por el contrario logró que los conatos de guerra civil se diluyesen. El MIR tenía una gran presencia en los extractos más bajos de la población. De alguna manera el MIR disciplinó y organizó al subproletariado chileno, evitando las acciones individuales y no orgánicas de este sector social.

En este proceso se producían  a veces situaciones paradójicas. Así, se daba el caso de que la justicia castigaba con más severidad el robo de una gallina, pongo por caso, que la  ocupación de una finca o una gran explotación agropecuaria.                             

La explicación de este supuesto disparate legal  se debía a que Chile había sido siempre un país capitalista y las  leyes aún vigentes respondían a esta ideología. Y como era más frecuente que un pobre robase una gallina a que ocupase una propiedad agropecuaria (esto último era más usual en los propietarios que eran los poseedores de la fuerza y de la influencia en los estrados judiciales) estaba relativamente más penalizado robar la gallina que ocupar una gran propiedad.

 Yo tenía mejores vínculos con la izquierda gubernamental que con la derecha opositora y   para golpista. Me era más simpático y atractivo Salvador Allende que los jefes opositores, como Eduardo Frei, líder de la Democracia Cristiana Chilena  ex presidente de  Chile,  y  predecesor de Allende. La creencia de Allende en la “Vía chilena al socialismo” parecía sincera. Era un hombre muy popular, al que le decían “El Chicho” Allende.                                                                                                                                                                          
Ante la magnitud y volumen de  noticias que salían todos los días de Chile, yo me hice el propósito de presentarme candidato a la presidencia de la Asociación de Corresponsales Extranjeros  de Chile. Eso me daría ciertas ventajas sobre los demás corresponsales, a la hora de asistir a determinados actos del Gobierno, y de las demás  instituciones del país. En fin, actos en los que se podía obtener informaciones exclusivas. 
Las elecciones presidenciales se iban a realizar el 4 de septiembre de 1970, a los pocos meses de haber llegado yo a chile. A la vista de los numerosos corresponsales que había en Santiago sobre todo los de los países de la órbita soviética, me pareció oportuno buscar su voto. Por ello colegí que debía de haber una cierta jerarquía entre ellos. Y así busque al corresponsal de la Agencia Tass, la agencia de la URSS, y le expliqué mis intenciones.
El día de las elecciones me encontré con la sorpresa de que salí elegido Presidente de la Asociación, Vicepresidente, Tesorero, y ahora mismo no recuerdo, titular  de varias vocalías Total que mi acuerdo con el corresponsal de Tass dio un resultado clamoroso.
Un mes después de la elección, comprobé su utilidad. Había ocurrido un hecho que había puesto en entredicho una noticia transmitida por la agencia norteamericana UPI. Para templar gaitas con Allende, le ofrecimos una cena en un hotel de Santiago. En la cena me correspondió,                                        naturalmente, sentarme al lado del Presidente Allende.
Por aquellos días se había suscitado una serie de comentarios, conjeturas y conversaciones que se referían a la gestación de un golpe de estado. Hasta entonces este tema se trataba a media voz. Con medias palabras, sobre todo en ámbitos del gobierno de la Unidad Popular. Pero con el paso de los días y poco a poco el asunto fue siendo tratado, abiertamente, primero por los medios de información de la oposición y después por los más próximos a los partidos de la Unidad Popular. Y por último por toda la población,                                 
Yo  utilicé la cena para preguntarle al Presidente sobre el tema. Días antes se había producido una elección por un escaño del senado de una provincia del interior, motivada por el fallecimiento  del  su anterior titular. Contra todos los pronósticos,  ganó  el candidato de izquierda, lo  que provocó el júbilo de los partidarios de la Unidad Popular.
El planteamiento era el siguiente: si a mediados de la presente legislatura la izquierda había ganado unas elecciones por un margen considerable, cuando se produjeran las elecciones generales, en el plazo de dos años, la izquierda ganaría, probablemente en todo el país. Con lo cual, el parlamento sería mayoritariamente de la Unidad Popular. Y entonces se daría la situación ideal para que se hiciera realidad la tan cacareada  ”vía chilena al socialismo”. Ejecutivo y Legislativo en manos de la izquierda. ¡La gobernabilidad en poder absoluto de la izquierda gubernamental.
 Con  entonación triunfalista le dije al presidente Allende: “!Vía franca al socialismo!”. “Ningún obstáculo para que la izquierda llegue al poder por la senda democrática”, añadí.  Allende esbozó una media sonrisa y retrepándose en la silla, como solía, me respondió: “Está usted muy equivocado. Cuanto mayor sea la posibilidad de que gane la izquierda las próximas elecciones, más  cerca estaremos del golpe militar” dijo.
 A los españoles en Chile nos llaman coños. Seguramente por la frecuencia   con la que usamos esa palabra a modo de exclamación  en  las conversaciones y en los diálogos.
En la  conversación con Allende me contó una anécdota sobre la palabreja antedicha. En el puerto de Valparaiso, segunda o tercera ciudad de chile, a unos 150 kilómetros al este de Santiago, en los años de la guerra civil española vinieron a Chile, en barcos dispuestos por el gobierno chileno, muchos refugiados del bando republicano.  Familias completas se acogían a la generosidad de las autoridades chilenas.
EN una ocasión en el buque “Winipeg” llegaron miles  de refugiados. Para recibirlos  la izquierda chilena organizó una manifestación en el puerto de Valparaiso. Acudieron miles y miles de militantes y simpatizantes del partido comunista y  de otros partidos de la izquierda chilena. AL frente de la manifestación una gigantesca pancarta les daba la bienvenida con una explícita  leyeda:  “BIENVENIDOS LOS COÑOS ROJOS”.

                                                                                    (Seguirá).

viernes, 7 de febrero de 2014

MARRAKETCH

COMO LLEGAR

A Marraketch se llega, claro está, por avión. Salvo que estés e Marruecos y puedas llegar por carretera. En avión desde Madrid, en avión, se tarda alrededor de hora y media. Una vez allí, se puede alquilar un coche o se puede coger un vehículo con chófer.


DONDE ALOJARSE
entrada al hotel La Mamounia


La oferta hotelera en Marraketch es muy buena, con alguno de los hoteles mejores y más lujosos del mundo. Un ejemplo es el hotel La Mamounia. Es conveniente visitar el hotel aunque   e no se esté alojado en él. Todo en él es muy árabe, con pasillos todos con azulejos y fuentes en los cruces. Su restaurante es muy bueno.
Las habitaciones, espaciosas y elegantes, con sus baños. Son preciosas.
habitación en el hotel La Mamounia


QUÉ COMER

La comida en los hoteles suele ser buena. Desde luego lo es en La Mamounia. E n la parte posterior del hotel hay un parque con palmeras y un jardín de naranjos.
Para comer bien hay que tomar, sobre todo, comida árabe: cous cous y tagines. También es recomendable el cordero, básico en la cocina árabe. Los dulces están hechos a base de frutos secos y miel. Como postre se puede tomar pastela de hojaldre  y rellena de pichón  y que está buenísima.
Para beber, té con menta o hierbabuena. Por supuesto nada de alcohol.
pastela  de hojaldre y pichon




QUÉ COMPRAR

Compras típicas son las alfombras y los kilims, artesanía árabe y algo de bisutería en plata.
VISTA PARCIAL DEL ZOCO











QUE VISITAR

Hay que visitar la Koutubia, torre gemela a la Giralda de Sevilla. También hay que ir al zoco, con todas sus tiendas de ropa, bisutería, artesanía, tiendas de especias y cosmética (Khol, henna).
LA KOUTUBIA
Al salir  del hotel, es aconsejable coger uno de los guías que se ofrecen a acompañarte. Naturalmente te llevan a las tiendas donde les dan comisión por lo que compran los turistas a los que acompañan. En el mismo hotel te pueden aconsejar sobre el guía a elegir, que generalmente son gente conocida por ellos y de confianza. Si os animáis a ir, estoy segura de que os gustará y pasareis unos días estupendos.


viernes, 31 de enero de 2014

capítulo 6:CHILE EL PARAÍSO

Capítulo 6. Chile:el Paraíso.
Por Rodríguez Couceiro.  

En la época que viví en Chile, me tocó ver la última fase de un paraíso y la descomposición paulatina de una sociedad, de un país, ejemplar a lo largo de tres años, de 1983 a 1985.  La gente de ese país fue la más cariñosa, acogedora y amable del mundo por mí conocido (países todos latinoamericanos, hispanoamericanos).

El primer “vistazo” de Chile me recordó una referencia a ese país hecha por un novelista de Centro Europa al evocar a Chile: “Un país asomado al océano Pacífico que, como el  Jacinto, se quedó enamorado de sí mismo viéndose reflejado en el espejo del mar, tal era su belleza”. Esta imagen, muy certera,  me vino a la imaginación pese a que no me acordaba del nombre del novelista, ni de su nacionalidad. Recuerdo solo que el autor se había refugiado en Chile huyendo de la segunda guerra mundial, que destruía a su país y a otros vecinos de Centro Europa: Rumanía, Hungría, Polonia, Alemania…

En efecto, Chile era en aquel momento un país que habría que proteger para que no se  contaminase con el resto del mundo. La ONU debería haberlo designado “país protegido de la humanidad”, como hace con ciertas ciudades y regiones.

El Chile que yo conocí, nada más llegar, era un país entrañable en el que convivían de manera  natural los partidos y los dirigentes de izquierda con los de derecha. Era normal encontrar en la misma mesa de un restaurante a un senador del partido comunista comiendo con otro del partido Nacional,de algo más que de derecha.

En Chile podías hacer amigos, prácticamente sin salir de casa. Acudían a ti en cuanto sabían que había llagado un extranjero. “Si vas para Chile”, la canción popular tan conocida como el himno nacional, es un canto al recién llegado.  “… y verás cómo quieren en Chile/ al amigo cuando es forastero…”, dicen unos versos de la canción.

Yo llegué en un  momento muy crítico: meses antes de que se celebrasen unas elecciones presidenciales, que ganaría el candidato de la izquierda (una coalición de partidos que tenían como núcleo principal al partido Socialista y al partido Comunista) denominada “Izquierda Unida”

Pero el clima político se enrarecía a medida que se acercaba el día de las elecciones. Políticos
hasta ayer amigos se volvían mortales enemigos. El país que era probablemente el más pacífico del mundo en lo político, comenzó a radicalizarse hasta el punto de que un comando de derecha extrema asesinó al comandante en Jefe del Ejército, General René Schnaider.
La victoria electoral del candidato de la Unidad Popular, Salvador Allende, del partido Socialista, produjo una inmensa conmoción. Era la cuarta vez que Allende se presentaba como   candidato de la izquierda.  Su triunfo provocó una inmensa conmoción en la sociedad chilena, que de pronto pareció olvidar su tradicional convivencia política en paz. Como  consecuencia de la publicidad hecha durante toda la campaña por la derecha, pareciera que los chilenos hubiesen olvidado su tradicional convivencia política. 

La “Campaña del Terror” introducida por los partidos de derecha en todos los medios de información (diarios, emisoras de radio y canales de televisión) había penetrado en la conciencia de los chilenos. Hasta puntos increíbles: Así se contaba que al día siguiente de la elección, el 5 de septiembre de 1970, diversos empresarios  salieron del país  por temor a que les expropiasen sus propiedades. Se dijo que uno de esos empresarios estaba en el aeropuerto de Pudahuel esperando tomar un avión para España, y le dio las  llaves de su fábrica textil al administrador,  diciendo: “Ahí están la llaves de la  empresa. Dáselas a los obreros y que se las metan en el culo”.

Casos similares contaban otros testigos,  yo me las creí, tal era el ambiente que se respiraba en la ciudad de Santiago. Comenzaba la lucha de clases, un laboratorio perfecto para   un político o un analista político, como mi amigo Joan Garcés, un valenciano muy amigo de Salvador Allende, a quién asesoró durante su gobierno.

Por la ciudad empezaron a oírse disparos espaciados. En mi oficina, situada en la céntrica  calle Huérfanos, se oía todas los días, a la caída de la tarde, un disparo. Al que respondían cuatro o cinco, que sonaban como un ruido agudo como si impactasen en  una campana. 
Frente a mi oficina se encontraba la plaza de Armas con la Catedral Metropolitana y otra iglesia.

A fuerza de escuchar los disparos a la caída  de  la tarde llegamos a la conclusión que debía haber algún militante de izquierda escondido en las torres de la Catedral o en las de la capilla próxima  y que a una determinada hora, hacía algún disparo contra alguna de los lugares  en los que había instalaciones militares,  a la  que hostigaba todos los días.

Un día no sonó el disparo del miliciano,  ni la repuesta de los militares, por lo que supusimos que el primero debió ser abatido.  

Con una pared acristalada que daba a la calle, suponíamos que la oficina de Efe era un objetivo fácil para alguien que quisiera disparar contra nosotros en la noche y con la luz encendida. Y nos movíamos con mucho cuidado por ella.

Hasta que una tarde penetró una bala por la cristalera y fue a impactar en una pared. Hasta aquí todo bien, pero se dio la circunstancia de que muy cerca, a un palmo como mucho, estaba la cabeza de Eduardo Pérez Iribarne, un sacerdote jesuita al que le gustaba mucho el periodismo, y que colaboraba con mi agencia.Afortunadamente Eduardo salió indemne.

(seguirá).

miércoles, 22 de enero de 2014

Capítulo Quinto : El "Movimiento Estudiantil"



Por Rodríguez Couceiro.

    En México vivía un amigo de mi infancia y adolescencia españolas que se llama Emilio Antelo. Vivía en la ciudad de León, tras haberse casado con una chica mexicana, hija de españoles. Era empresario, tenía un negocio de café que iba muy bien.
    
     Desde Ciudad de México hasta León hay unos 400 kilómetros. Desde mi oficina llamé por teléfono a Emilio. Tras las primeras palabras y sorpresa de Emilio, que ignoraba que yo me encontraba en el país, me las arreglé para hacerme invitar a visitarlo y conocer su ciudad, muy pintoresca.

    Mi amigo Carlos Ferreira había despertado en mí la necesidad de ir a León por un hecho noticioso muy importante: Según él cerca de León  se había visto a unos grupos de hombres con uniformes irregulares que hacían prácticas de guerra: simulaban ataques, prácticas de tiro, y otros ejercicios  militares.

     Según Carlos,  eran guerrilleros anticastristas cubanos que estaban preparando una invasión a la isla de Fidel Castro. La noticia era de grandísimo interés para Carlos Ferreira y su agencia, Prensa Latina, y la Cuba de Fidel Castro. Él no podía viajar a la zona porque presumiblemente los agentes del gobierno mexicano lo detendrían si sospechaban que estaba tratando de averiguar las actividades de los cubanos “gusanos”, que es el nombre por el que se conocía a  los anticastristas.

     A todo esto debo decir que a Carlos y a mí, las autoridades  mexicanas nos tenían más o menos vigilados. Y no tenían ningún interés en disimularlo: junto a mi casa estaba siempre estacionado un auto Volkswagen del tipo “cucaracha” que aparentemente me vigilaba a mí. Cuando yo salía de mi casa, el auto también desparecía.

    Por aquella época México vivía un conflicto muy serio, el “Movimiento Estudiantil” una sucesión de enfrentamientos entre los estudiantes y el gobierno. En cierto modo era un reflejo de lo que sucedía en Francia y un poco en casi toda Europa: el movimiento de mayo de 1968.

    Pero en México la rebelión  de los jóvenes se extendió a todo el país, a los partidos políticos: La sociedad se dividió entre partidarios y contrarios de los estudiantes.

    La represión del gobierno fue tremenda, incluso sacó al ejército a la calle. El Movimiento Estudiantil que concluiría dos días antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos, con el aplastamiento de la revuelta estudiantil  por el ejército, en la Plaza de las Tres Culturas. Con no menos de quinientos muertos. 

    Aquella tarde trágica no es fácil de olvidar. En el coche de Prensa Latina acudíamos a la concentración del “Movimiento”. La convocatoria decía que la reunión multitudinaria se celebraría en la Plaza de las Tres Culturas a partir de las tres de la tarde. A medida que nos acercábamos a la plaza y al encontrarnos con camiones llenos de soldados armados supusimos que el movimiento se había auto disuelto, como se venía comentando desde hacía una semana.

    La actitud de los militares dispuestos en los camiones en las proximidades de la plaza, era simpática; hacían bromas con nosotros cuando nos cruzábamos. Nosotros les hacíamos le “v” de la victoria y  ellos nos respondían del mismo modo, e intercambiando lemas de moda en aquellos meses de refriegas entre el pueblo y los militares: “Venceremos, el pueblo unido jamás será vencido”, cantábamos unos. “Estudiantes piojosos, os barreremos de las calles”, respondían los soldados. Cuando llegamos a la  Plaza de las Tres Culturas, la misma estaba colmada por una multitud de gente de todas las edades y clases sociales, con predominio de jóvenes  estudiantes. Como sucedía  en las concentraciones y en las reuniones multitudinarias, había entre los presentes viejos y viejas vendiendo tacos, refrescos de todo tipo y cosas por el estilo. Más que un acto de protesta, aquello parecía una fiesta popular. De pronto sonaron los disparos. Vimos a unos soldados disparar a la masa de gente desde unos edificios altos que formaban todo un lado de la plaza. Desde la multitud se respondía al fuego de los soldados con armas cortas pero numerosas. La multitud caía, gritos desesperados, atropellos de unos concurrentes sobre otros en los intentos de correr y escapar de la plaza…   En fin, unas imágenes terribles, pavorosas.  Increíbles para la segunda mitad del siglo XX.

    Entre las víctimas más notables de la jornada se encontraba la periodista italiana, Oriana Falachi, que tuvo la suerte de recibir una esquirla de un disparo en el culo., disparo que contribuyó a incrementar su fama internacional.
  
    Confesé  a mi amigo Emilio Antelo la razón real del mi viaje a León. Para suerte mía resultaba que Emilio conocía al Alcalde de León, que suponíamos que tendría noticias de la presencia de los supuestos “gusanos” en su territorio. Efectivamente la conocía:
 ­-Me han comentado que en la zona han visto a algunos hombres vestidos con uniforme, que no son mexicanos y que hacen diversos movimientos de guerra. Se escuchan muchos disparos y otras maniobras militares- nos dijo el alcalde.           .

    Nos despedimos hasta la tarde en que procuraría tener más información.  Como ya eran las dos de la tarde, Emilio y yo nos dirigimos a su casa para almorzar. Estando en la comida, llamaron por teléfono. Era una llamada para mí, de mi jefe en México, Carlos Viseras. Me  dijo que  tenía que regresar urgentemente a Ciudad de México. Que tenía que llamar a García Gallego, el Director de Efe Internacional.

    Mi amigo Emilio me llevó en su coche al aeropuerto de la ciudad y volé  a Ciudad de México haciéndome toda clase de conjeturas cerca de lo que tendría que decirme García Gallego. Tal vez una bronca por algo que había hecho, o que no había hecho. Al llegar a México eran  ya las once de la noche y por la diferencia horaria con España, cinco o seis horas más, dejé para el día siguiente la llamada a García Gallego.

     Bien temprano en la mañana, llamé al García Gallego, el Director de Internacional de Efe quien me comentó que las autoridades mexicanas habían llamado a la Agencia para pedirles que me sacasen de país, sino se verían en la obligación de expulsarme de México. ¿Las razones? pregunté yo. Únicamente me dijo que los mexicanos habían dicho de mí que era un peligro para México, que estaba involucrado con los responsables del movimiento estudiantil y otros asuntos por el estilo. Después de mi autodefensa García Gallego me comentó que la Agencia había decidido enviarme a Santiago de Chile de Delegado, lo que constituía un ascenso. Efectivamente era así: en México era un corresponsal y en la capital de Chile, Delegado: el jefe de la oficina o delegación de Efe.                     

    Poco antes de la salida del avión, Carlos Viseras, mi jefe, me informó que las autoridades del gobierno habían decidido expulsarme, pero por consideración para la Agencia Efe, habían decidido negociar mi salida con mis jefes para simular un cambio de destino en mi carrera. En fin, una afortunada patada hacia arriba.

    En el vuelo hacia Santiago de Chile tuve tiempo de recordar algo que me había parecido sintomático unas horas antes. EL clima de broma y de aparente buen humor que habían demostrado los soldados con los que nos cruzamos camino de la Plaza de las Tres Culturas, cosa inimaginable días antes.

    A las dos de la tarde la radio había dicho que, en aquel momento, se había reunido  el ministro de Gobernación (Interior) con los líderes del Movimiento Estudiantil para llegar a un acuerdo y suspender las actos de protesta y que los estudiantes regresasen a sus centros de estudio, principalmente los de la Universidad Autónoma de México (UNAM). En fin,  poner punto final a la revuelta. El gobierno mexicano tenía espacial empreño en que la revuelta estudiantil terminase de una vez, ya que en diez días más se inaugurarían los Juegos Olímpicos de 1968, que tenían como escenario la Ciudad de México. Y este país era muy celoso de su imagen internacional.

    Teniendo en cuenta todo eso, junto al tono simpático que observaban los soldados movilizados por el gobierno me hacían presumir que había habido acuerdo entre el ministro de Gobernación y los líderes del movimiento. Tan es así que estuvimos a punto de dar la vuelta y regresar a nuestras respectivas oficinas.

    Yo pensaba, además, que el posible acuerdo entre el Ministro y los estudiantes probablemente se había logrado, teniendo en cuenta la personalidad del Ministro, el interlocutor del gobierno, el señor Luis Echverría, ministro de Gobernación, quien –para mí- era la paloma del gobierno del Presidente Díaz Ordaz, un hombre rudo y autoritario, al igual que su Partido el Revolucionario Institucional (PRI).

(seguirá)
   
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